Hoy es un día de reivindicación, un día que sirve para recordar a todas y a todos, una vez más, que las mujeres constituimos la otra mitad de la sociedad y que la igualdad material no es un derecho, sino que debe ser un hecho.

El 18 de diciembre del año 2007, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) consideró que las mujeres rurales debían ser reconocidas, dado que, sobre todo, en países aun en vía de desarrollo juegan un papel fundamental para la economía de sus países al traer a casa el sustento de la familia. Sin embargo, pese a su importancia, eran (y son) invisibles porque esa remuneración que perciben es escasa y, en todo caso, inferior a la que podría percibir un hombre por el mismo trabajo.

Sin posibilidad de ser propietarias de una explotación y con la obligación de estar sometidas a la dirección y control de titular de sexo masculino no se hace más que potenciar la discriminación, piénsese que menos de un 20% de las propiedades agrícolas a nivel mundial son gestionadas por mujeres.

Por ello, desde el momento en el que se adopta por parte de la ONU la iniciativa de establecer el 15 de octubre como el Día Internacional de las Mujeres Rurales se comienza a dar visibilidad a un colectivo que lucha por su emancipación y por el reconocimiento de la plena autonomía. Para que se de la consecución de la igualdad real y efectiva aun nos queda un largo trecho por andar, aunque por suerte es más corto de lo que lo era ayer.

Actualmente, la ONU es consciente de que la agricultura es un sector clave en el mundo, especialmente en países subdesarrollados, y que es necesario invertir en las pequeñas explotaciones gestionadas tanto por hombres como por mujeres porque la Organización considera que, si las agricultoras tuviesen acceso a los recursos en igualdad de condiciones, el hambre en el mundo se reduciría en hasta 150 millones de personas. Sobre esta idea versa el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 2, Hambre Cero, que junto con el 5, Igualdad de Género, promueven la no discriminación por razón de sexo y el empoderamiento de todas las mujeres.

A continuación, comparto un enlace que no está de más visitar en un día tan importante como hoy, ya que en él encontrarán mayor información acerca del planteamiento de la citada Organización sobre el papel de la mujer rural, así como también podrán ver y escuchar los testimonios de personas dedicadas a la agricultura de puntos muy dispares de nuestro globo terráqueo.

Al final, conocer de las experiencias ajenas nos ayuda a valorar las nuestras y darle el valor que las mismas tienen, pero, a su vez, nos ha de servir de impulso para conseguir que nuestros objetivos se hagan realidad. Precisamente, y retornando a nuestra realidad nacional, no puedo evitar recordar que la Ley de Titularidad Compartida (LCT) parece necesitar de un mayor impulso; no sabemos si con el nuevo Real Decreto 819/2021, de 28 de septiembre, por el que se establecen las bases reguladoras para la concesión directa de subvenciones a las explotaciones agrarias de titularidad compartida y se aprueba la convocatoria para el ejercicio 2021 lo alcanzará.

De no ser así, habrá que seguir perseverando en la causa, como propugna la ONU.

https://www.un.org/es/observances/rural-women-day