El desempleo y el empleo en el sector agrario

Una de las mayores preocupaciones del poder ejecutivo es la de conseguir reducir las tasas de desempleo en la población, sobre todo cuando dichos índices revelan que uno de los grupos de población más perjudicados son los jóvenes. Actualmente, esta inquietud se ha visto acrecentada por la pandemia, y así lo evidencian los datos arrojados por las sucesivas Encuestas de Población Activa en estos años. De hecho, el porcentaje de desempleados en el caso de los menores de 25 años, se sitúa en un 39% en el primer trimestre de 2021. Si comparamos estos números con los obtenidos en el mismo periodo del año 2020, se observará que, con relación a los jóvenes, el desempleo se ha incrementado en más de un 6%.

En el caso concreto del sector primario, donde se encuentra la agricultura, la ganadería y la silvicultura, el número de empleados según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (en adelante, MAPA) para el año 2019 el que el número de personas activas era de 1.013.300 personas, de las cuales 839.700 estaban ocupadas y 173.700 paradas.

Podría decirse que uno de los motivos por el que el número de personas empleadas durante el año 2020 ha descendido tiene que ver con las restricciones de movilidad impuestas por el estado de alarma, el cual ha dificultado en gran medida contar con mano de obra por parte de muchos agricultores, ya que se trata de un sector que necesita de un elevado porcentaje de trabajadores, particularmente extranjeros, en ciertas épocas del año. Tampoco favorece la demanda de empleo en el campo el hecho de la despoblación de las zonas rurales, así como la existencia de una carga peyorativa con respecto al trabajo agrícola que de manera inconsciente asumida la sociedad, debido a la dureza de la propia actividad, los salarios mal remunerados, y las amenazas externas a las que están expuestos aquellos que son propietarios de tierras o de ganado, tales como plagas o situaciones de fuerza mayor. Sin embargo, se trata de un sector vital para el conjunto de la ciudadanía, lo que significa que hay que cuidarlo y promocionarlo, de forma que las condiciones de trabajo de aquellos que se dedican al campo sean mejores que las actuales.

 El escaso interés de los jóvenes por el mundo rural

Cuando hablamos de los jóvenes en su relación con el mundo rural tenemos que hacer referencia a dos grupos claramente diferenciados: un primer grupo, que está constituido por aquellos que sienten poco interés por todo lo relacionado con el campo, bien porque sean vecinos de municipios de gran población, o bien porque hayan migrado a este tipo de entidades locales u otras que, sin gozar de tal calificación, cuenten con un elevado número de habitantes y ofertas de empleo en el sector servicios. En estos casos, tal hecho obedece a una especie de éxodo que han venido experimentando los municipios rurales, los cuales han visto cómo los jóvenes iban abandonando dichas localidades por otras que pudieran satisfacer más adecuadamente su demanda de formación y, posteriormente, su incorporación al mercado laboral. Este hecho no es nuevo, ni mucho menos, dado que desde antes de la revolución industrial ya se habría producido este desplazamiento de los ciudadanos en busca de un empleo.

De otro lado, tenemos un segundo grupo al que se le denomina juventud rural, que es aquella que o ha crecido en este entorno, o ha cursado una formación relacionada con el sector agrario, ya sea una titulación superior, como puede ser el Grado en Ingeniería Agrícola, o una profesional básica, como la de Actividades Agropecuarias, de grado medio, tal y como es la de Técnico en Producción Agroecológica, o superior, como el de Gestión Forestal y del Medio Natural, entre otras. Dentro de este colectivo podríamos hablar de aquellos que han aprendido el oficio a través de la transmisión del conocimiento por medio de la familia, que suelen ser la mayoría de los jóvenes.  En todo caso, los Planes de Desarrollo Rural 2014-2020 (PDR) han surtido sus frutos en lo que a la formación en el ámbito agrario respecta, dado que el porcentaje de jefes de explotación que cuentan con ella, tanto universitaria, pero sobre todo profesional u otra (no reglada) ha ido creciendo, tal y como demuestra la Encuesta del INE sobre la Estructura de las Explotaciones Agrícolas: Formación agrícola del jefe de la explotación, en las que las Comunidades autónomas de Castilla y León, seguida de Andalucía, Castilla la Mancha y Extremadura se encuentran a la cabeza. No obstante, el hecho de que las explotaciones sean preeminentemente familiares, y el dato de que las personas que se dedican a la agricultura cuenten con una media de edad elevada, son rémoras que amenazan las consecuciones en otros ámbitos como el de la acción formativa.

Medidas para combatir el desempleo juvenil en el sector agrario 

La semana pasada fue aprobado por el Gobierno el Plan de Garantía Juvenil Plus 2021-2021 (PGJ+) con una inversión prevista de más de tres millones de euros provenientes del Fondo Social Europeo Plus, y que cuenta con un objetivo claro: el empleo de los jóvenes de entre 15 y 29 años. Se trata de mejorar la empleabilidad de aquellos que lo tienen más difícil, debido a la precariedad que caracteriza nuestro sistema de relaciones laborales. Dicho Plan tiene un interés especial para nosotros, dado que el marco en el que se pretende desarrollar es en el entorno rural que, actualmente, se encuentra caracterizado por su despoblación, por contar con un porcentaje muy alto de trabajadores varones mayores de 55 años, así como por el hecho de que la mayor parte de las explotaciones están calificadas como de trabajo familiar, tal y como demuestran las encuestas del MAPA.

Se trata de un programa que ha sido consensuado tanto con los agentes sociales, como con las Comunidades autónomas, así como con el Instituto de la Juventud (en adelante, INJUVE) y con el Consejo Estatal de la Juventud, y que cuenta con un total de 69 medidas, de las cuales al menos seis tienen una relación directa con el sector agrario.

La primera de éstas que llama la atención es la regeneración de espacios rurales y urbanos en declive a través de la cual se espera que los jóvenes inicien una actividad empresarial (creativa, según la literatura del propio Plan) en los municipios considerados rurales, según el artículo 30 de la Ley de Bases de Régimen local (en adelante, LBRL), o que cuente con formas desconcentradas de organización territorial, tales como concejos, anteiglesias, parroquias, etc, del artículo 24 bis del mismo texto, en las que puedan instalarse y aumentar la población de los mismos.

Otra medida de interés es la dirigida a la sucesión generacional en el ámbito rural, con la que se pretende hacer efectivo el relevo generacional en los empleos tradicionales y es que, como nos revelan las EPAs, en concreto, la Encuesta sobre la Estructura de las Explotaciones Agrícolas año 2016(la última que disponemos), el número de hombres mayores de 65 años que se encuentra al frente de cualquier tipo de explotaciones supera los 249.363, mientras que, si nos situamos en un rango de edad entre los 25 y los 29 años, la cifra correspondiente es de 6.253 y para los menores de 25 de 1.637.

También encuentra relación con el campo la promoción de escuelas taller, talleres de empleo y programas mixtos de Empleo-Formaciónque puede constituir un buen incentivo para la recuperación de oficios, y la generación de oportunidades laborales en el sector agrario que necesita contar con trabajadores  que aúnen los conocimientos tradicionales con una mayor cualificación para integrar las nuevas tecnologías a la producción, así como para la mejor gestión empresarial e incluso comercial de sus productos, que son de primera necesidad.

Asimismo, se ha previsto la existencia de programas de Empleo-Formacióndonde se incluirá la experiencia profesional en las empresas de la zona de intervención y el programa Redes Taller Jovenque facilitará la movilidad dentro del territorio nacional en función de los intereses de las personas jóvenes a través de la concesión de ayudas específicas con el fin de mejorar sus oportunidades. Ambos pueden contribuir enormemente al aprendizaje de aquellos que quieran emprender o establecerse en la agricultura, dado que se trata de compartir experiencias con los jefes y personas titulares de explotaciones que, de manera voluntaria, se ofrezcan a transmitir sus conocimientos a los jóvenes interesados, dando lugar a que luego estos emprendan por su cuenta. Dicho programa ya se había desarrollado a través Real Decreto 884/2020, de 6 de octubre, por el que se establecen las disposiciones que regulan la puesta en marcha del Programa de Visitas Formativas de Jóvenes Agricultores en Explotaciones Modelo, el cual se había coordinado entre el MAPA, la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) y Cooperativas Agroalimentarias de España, y permite realizar una estancia breve en  explotaciones agrarias españolas por periodos de entre 5 y 14 días de duración, en los que se imparte una formación a los jóvenes de 7 horas al día.

Por último, se incorpora una acción relativa a las oportunidades en la transición económica: Economía circular, economía digital, energías renovables, transición ecológica y economía azul, que puede ser canalizada a través de la incorporación de las TICs en la agricultura de manera que, incorporando las nuevas tecnologías a la forma de producir, se puedan conseguir optimizar nuestros recursos naturales gastando, por ejemplo, menos agua, así como reducir el impacto en el medio ambiente procurando emitir menos gases de efecto invernadero, entre otros.

Asimismo, este Plan se encuentra en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible Agenda 2030 (ODS) adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas entre los que destaca el “trabajo decente y crecimiento económico”, que nos habla de la necesidad de promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el pleno empleo y productivo y el trabajo decente para todos. Lo que se persigue con esta hoja de la ruta de la ONU es que todas las personas a través del trabajo tengan un ingreso digno que permita su propia subsistencia, así como la de sus familiares, y su desarrollo personal, sin que exista, además, diferencia entre mujeres y hombres a la hora de alcanzar dichas oportunidades.

En España estas ideas las teníamos incorporadas en el artículo 130 de nuestra Carta Magna, donde se establece que “los poderes públicos atenderán a la modernización y desarrollo de todos los sectores económicos y, en particular, de la agricultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía, a fin de equiparar el nivel de vida de todos los españoles”, motivo por el que el sector agrícola en materia de políticas de empleo ha gozado de un gran interés e, incluso, en Comunidades como Andalucía y Extremadura hemos contado con Programas de fomento de empleo agrario específicos. Ahora bien, el foco y la preocupación se pone en esta ocasión en suscitar el interés, y promocionar este sector tan estratégico para la economía española, entre los más jóvenes, haciéndoles llegar las múltiples ventajas y oportunidades laborales y profesionales que ofrece el campo porque el emprendimiento aquí también es posible. Por ello, el PGJ+ conforma un paquete de propuestas bastante atractivo que puede integrar bien el binomio juventud y trabajo en el campo, sobre todo en aquellos jóvenes que sientan un interés por el sector agrario, y que hasta la fecha no contaban con la suficiente confianza como para emprender una actividad en dicho sector.

Así pues, desde el momento en el que todas estas medidas se pongan en marcha estaremos muy pendientes de los efectos que tiene en la población, con carácter general, y en el colectivo al que va dirigido, con carácter particular. Puede suponer un relanzamiento de la agricultura que tan necesaria es para todos y que pre