La multinacional Telefónica presentó, en el marco del Mobile WorldCongress celebrado en Barcelona los días 28 de junio a 1 de julio, un catálogo de herramientas digitales dotadas de una enorme capacidad de transformación del trabajo humano en el sector agrario. Sin embargo, la propuesta se proyecta como una solución al reto mediambiental, destacando la compatibilidad de la agricultura vanguardista con la sostenibilidad de los cultivos. De esta manera, el lanzamiento de estos servicios y aplicaciones se apunta a la estrategia de marketing de doble dividendo, y presenta una revolución tecnológica que favorecerá en igual medida a la actividad económica en el sector agrícola yal conjunto de la sociedad. Del lado de las empresas, la introducción de estas tecnologías permitiría una importante reducción del conjunto de los costes de producción; del lado de la sociedad, las nuevas formas de producción deben servir para garantizar el abastecimiento de productos agrícolas de calidad para toda la población mundial con un menor daño al medio ambiente.
En primer lugar, se publicita la reciente creación del sello ‘Eco Smart’”, un distintivo que permitirá a las empresas informar al consumidor sobre distintas variables: ahorro energético, reducción del consumo de agua, reducción de emisiones de CO2 y economía circular.
En segundo lugar, la empresa española, en colaboración con la FAO ,propone la utilización generalizada de los servicios Smart Agro, herramientas digitales que mediante la instalación de sensores en los lugares de cultivo facilitan información en tiempo real a los agricultores sobre una serie de variables. Estos datos facilitan la optimización de riego, fertilizantes, y pesticidas. La aplicación de esta tecnología permite incrementar la productividad de los cultivos y reducir los daños al medio ambiente.
En tercer lugar, se presentó el proyecto de Vertical Green que propone el desarrollo de cultivos en espacios cubiertos mediante la implantación de técnicas aeropónicas, en un entorno controlado digitalmente. Este tipo de cultivos se caracteriza por el aporte de nutrientes a las raíces mediante aerosoles, mejorando la calidad de los cultivos hidropónicos.
El objetivo es incrementar la producción orgánica reduciendo el espacio de cultivo y eliminando los efectos del clima. De esta manera, la producción puede realizarse en el entorno urbano lo que reduce las emisiones de CO2 que provoca el transporte.
La introducción masiva de tecnologías digitales en la actividad agraria posee un importante potencial transformador sobre las condiciones trabajo y empleo en el campo. Es cierto que, en el momento de su lanzamiento, el coste de las tecnologías suele resultar excesivamente elevado, imposible de afrontar para la mayoría de las empresas, en particular, para aquellas de menores dimensiones. Sin embargo, resulta probable que, como en otros supuestos, estas herramientas reduzcan sus precios de manera progresiva, facilitando el acceso de todo tipo de empresas. A ello, sin duda, contribuiría de manera notable la ayuda financiera del estado y la mejora de la cobertura de internet en el medio rural. La digitalización de las empresas, la mejora de las condiciones de trabajo, la reducción del uso de recursos naturales, la mejora de la producción y la reducción de los daños sobre el medio ambiente resultan objetivos de indiscutible trascendencia en un futuro marcado por los efectos del cambio climático. Pero esta transición, tan necesaria como compleja, puede provocar efectos perversos sobre el mundo del trabajo.
Los servicios Smart Agro parece que se proyectan fundamentalmente sobre la fase de toma de decisiones del agricultor. Sin perjuicio de que seguramente estas herramientas continuarán evolucionando, la información que se ha hecho pública apunta hacia una clara mejora que permite a la persona en cada caso responsable adoptar decisiones sobre riego, fertilizantes y pesticidas. En la práctica, la tecnología sustituye labores de vigilancia y de interpretación basada en la experiencia. Seguramente, los servicios pueden complementarse con la automatización de la toma de decisiones en este ámbito, de manera que el programa puede decidir autónomamente cuánto y cuándo debe aportarse recursos hídricos o químicos. Sin duda cabe suponer que la digitalización de estas tareas permite incrementar producción y reducir costes. Desde la perspectiva laboral, en la medida en la que no se verían afectadas las tareas asociadas a la siembra y recolección, el impacto de la generalización de estas tecnologías en nuestro país no resultaría particularmente notable. Obviamente, resultaría necesario un importante esfuerzo formativo, si bien limitado a las personas que deben manejar los sistemas informáticos. El incremento de las necesidades de personas con experiencia en la instalación y mantenimiento de estas tecnologías, pero con bastante seguridad estas necesidades serán cubiertas por empresas especializadas, mediante la extendida fórmula de la externalización productiva. Como es conocido, la formación a nivel de usuario de estos servicios no suele requerir titulaciones específicas, pues la tecnología digital tiene vocación de ser accesible al conjunto de la población. En suma, el potencial transformador de la Smart Agro resulta notable, pero sus efectos sobre las relaciones de trabajo en el sector agrícola seguramente serán muy limitados.
Radicalmente distintas serían las predicciones sobre el Vertical Green, en la medida en que los cultivos aeropónicos, por definición, constituyen una verdadera revolución de la actividad de producción agraria, en la que se eliminan los paradigmas que durante siglos han sustentado el cultivo de productos vegetales para el consumo humano. Es cierto que estas técnicas de producción se encuentran en fase de estudio y desarrollo, por lo que desde el presente resulta arriesgado realizar cualquier tipo de conjeturas sobre plazos y posibilidades reales de implantación generalizada. Sin perjuicio de lo anterior, ante la hipótesis de que en un marco temporal no muy lejano estas tecnologías pudiesen estar disponibles, el trabajo en la agricultura, tal y como lo conocemos hoy, desaparecería y sería sustituido por empleo urbano de muy alto valor añadido. En primer lugar, los incrementos de la producción y las reducciones de costes a los que se ha hecho referencia en el apartado anterior con estas tecnologías sufrirían cambios exponenciales. En segundo lugar, la posibilidad de cultivar en espacios cerrados deslocalizaría la actividad económica en un doble sentido: de un lado, estas actividades podrían ser desarrolladas en centros de trabajo alejados del medio rural; pero, sobre todo, el gran cambio vendría de la mano de la posibilidad de cultivar cualquier especie en cualquier parte del mundo, de manera que la actividad exportadora se reduciría de manera muy notable e, incluso, podría desaparecer. En tercer lugar, la mayoría de las tareas agrícolas tradicionales desaparecerían, puesto que resultan innecesarias en este tipo de cultivos. En definitiva, el Vertical Green constituye un cambio absoluto en la forma de producir productos agrícolas. El agricultor o agricultora vertical será un técnico muy cualificado, con mejores condiciones de trabajo, su lugar de trabajos será un edificio inteligente y no temerá los temporales de lluvias inoportunas, el granizo o las olas de calor. A cambio, el número de personas que prestarán servicio en este sector, en particular en comunidades como la andaluza, se verá reducido drásticamente.